Frase de Gabriel García Márquez


“A las cuarenta y ocho horas de agonía, las campanas de la iglesia doblaron a duelo por una mujer que acababa de morir. Los dos moribundos las oyeron, y cada uno en su cama creyó que doblaban por la muerte del otro. Ananías murió de pesar casi al instante, llorando por la muerte de Plinio. Éste lo supo, y murió dos días después llorando a mares por el sargento Ananías.”
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libro (Vivir para Contarla)
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