“Fueron su integridad y su coraje, sumados a su encanto y su poder de persuasión, los que convencieron a sus enemigos para que cedieran el poder voluntariamente convencidos de que se trataba de un líder en quien podían confiar para evitar el camino de la venganza que sus conciencias culpables tanto temían.”
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“Un líder de verdad es alguien que nos puede ayudar a superar las limitaciones de nuestra pereza individual y de nuestro egoísmo y debilidad y miedo y lograr que hagamos cosas mejores, y más difíciles que las que podemos hacer por nosotros mismos.”
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“Hemos llegado al final de una época y nos encontramos al comienzo de una nueva era. Juntos podemos construir una sociedad donde no haya sitio para la violencia. Podemos construir una sociedad basada en la amistad y en nuestra condición común de seres humanos, una sociedad basada en la tolerancia… Unamos nuestras manos y caminemos juntos hacia el...” (continúa) (seguir leyendo)
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“Debemos aceptar que la responsabilidad del final de la violencia no es únicamente del gobierno, la policía y el ejército —declaró—, sino que también es nuestra. Deberíamos poner orden en nuestra propia casa. Si no tenéis disciplina, no sois verdaderos luchadores por la libertad.”
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“Lo que la gente quiere es paz, seguridad para sí mismos y para sus hijos.”
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“Tanto en la política como en la guerra, la primera regla es conocer a tu enemigo.”
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“Su hercúlea misión fue desviar la corriente negra de odio y frustración que clamaba venganza y encauzarla hacia el remanso de la reconciliación y la paz.”
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“No debemos permitir que nos provoquen aquellos que pretenden negarnos la libertad por la que Hani entregó su vida.”
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“El rencor no se concibe —dijo—, ni siquiera cuando luchábamos contra algo que nos parecía que estaba mal.”
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“¿Sabes qué? Lo mejor de todo lo bueno que ha ocurrido es que puede volver a ocurrir.”
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“Su celda, su casa durante dieciocho años, era más pequeña que un cuarto de baño. Medía 2,5 × 2,1 metros, o tres pasos por dos y medio de Mandela, y tenía una pequeña ventana con barrotes, de 30 cm2, que daba a un patio de cemento en el que los presos se sentaban durante horas a romper piedras. Mandela dormía sobre un colchón de paja, con tres...” (continúa) (seguir leyendo)
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