“¡No puedes destilar el aroma de un gato, ni puedes destilar tu aroma o el mío!”

“- Abuela, hueles muy bien. ¿Cómo lo haces?
- Recojo jazmines todas las mañanas. Cuando me visto, los pongo dentro del sostén. Así, siempre huelo bien.
- ¡Eso es fabuloso!”

“La abuela durmió con nosotros. Se ponía jazmines en el sostén todas las mañanas para oler bien. Cuando se desvestía, las flores caían de sus pechos. Era mágico.”

“Había miles de aromas en su ropa. Olor a arena, piedra, musgo. Aún el de la salchicha que había comido semanas antes. Solo faltaba un olor, el suyo.”

“- Hueles a macho.
- Es que en el autobús habían muchos hombres.
- Pero siempre hueles al mismo.”